Consérvame el tiempo
para que sigan creciendo arcángeles y madrigales
y vibre en el músculo de la espuma, el Alba.
Cuídame el tiempo
donde habitan presentes, ayeres y mañanas
pues quiero enlazarme a una diadema de colores
para que sustente al útero
sin gotear renuncias, ni lutos.
Sálvame el tiempo que en caída gira,
para que no encalle en arrecife
y se abran las desvencijadas puertas de los astros,
tras cortinas de humo.
Ordéname el tiempo
para que apuntale mi fragmentada geografía
y no se desgarre el amplio litoral de mis caderas,
para conservar el placer del último jadeo
y no se tercien los fulgores
que lucieron su inmensa finitud.
Guárdame el tiempo
que se eleva por la espalda
y marcha con premura,
para que siga quieto en el recuerdo
en la certeza sutil del almanaque
y no caerle a puntapiés a la esperanza.
Ana
Agosto 011
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