"EL CUMPLEAÑOS"
(2 de agosto )
El huidizo mes del efímero día se pasea cargado de rutinarias costumbres,
me despojo del reiterado
polvo del camino, las ropas usadas de tanto invierno.
Acaricio al gato que nunca me niega una respuesta, inquieto permanece en su escogido rincón siempre atónito a su amo, alguien pudiera llegar a entregar el obligado regalo y el café esté ya frío, al final, ya ni el gato tiene nombre al recibir el intrínseco gesto.
Acaricio al gato que nunca me niega una respuesta, inquieto permanece en su escogido rincón siempre atónito a su amo, alguien pudiera llegar a entregar el obligado regalo y el café esté ya frío, al final, ya ni el gato tiene nombre al recibir el intrínseco gesto.
Es mejor que nadie toque la
conocida puerta, ni interfiera en las concebidas ideas, ni rompa más el sublime
misterio de las horas.
Agosto me recuerda el
virtual número, la exacta cifra impuesta en un calendario, y a veces es
preferible unirse a los peatones de la calle que no te conocen y quedarse
quieta bajo la proyección lógica de una farola que despliega luz aunque la
calle no sea mas que continuas sombras.
Observo esta ciudad que no me pertenece y cumplo la misión de asumirlo inexorablemente.
Agosto es una constante
duda, sus noches son un eterno peligro porque en su calor también existen
abandonos.
El agotador paseo donde se
perciben vacíos y silencios, frases desprovistas de cálidas palabras, solo
superficiales verbos, inutiles mensajes que ya ni el inquieto oido escucha.
Es mejor no atender mas
llamadas, ni el cartero siga trayendo las consabidas y conocidas cartas, que
olvide que la puerta tiene un número y dude si existe algún lugar donde poder
descifrar un nombre.
El festejo culminará una
vez más su paseo por la fecha impuesta. El ocre otoñal se presentará de nuevo
con conocidos bríos y la desolación será el mismo tema del paisaje,
los compromisos estarán digeridos y dispuestos
para una nueva ocasión, las metas asumidas.
Habrá que pasar otra página
del libro inacabado y recoger los residuos que con gusto agosto nos dejó...
Ana V.
Miranda
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