CONFINAMIENTO
Trazo una línea en el suelo y divido
mi espacio,
no regateo ni un milímetro.
Voy y vuelvo por el mismo lugar,
el mundo equidistante que es ahora,
que lucha por encontrar una razón
que no sea la propia supervivencia.
La prohibición no te mata, te
contrae
en su despótico trabajo.
Me lavo las manos
dedo a dedo, palmo a palmo
trato que se embadurnen los 27 huesos
para que se deshaga cada residuo
envenenado.
Se nos quedan estériles, huecas.
Mi casa es ahora mi bandera
el lugar que se ha hecho patria,
donde oculto ahora mi exilio.
Afuera no caen bombas, no hay
batallas,
el enemigo es un ente invisible,
lascivo y sin pudor alguno.
Hoy es más que ayer
y mañana será más aún,
una asfixia de fiebres y fríos
el rumbo perdido.
Y aquí estoy, tras estas rejas, que
son la fatiga misma
el sofocante aliento
espero el fin de esta jornada
arcaica
en medio de un país que se convierte
en la falsa tierra prometida.
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