que digan que fui innumerable y nunca secas las hojas caducas de mi vida.
E. Batania
Les dirás que fui encontrada
en las amígdalas de Tarzán
que fuimos dos trapecistas en retroceso
a quienes se les doblaron
las rodillas.
Diles que fuimos hechizados
por la estúpida belleza del narciso,
y hoy
solo somos una verdad estéril
comprimida en el tiempo.
Podrás decirles que fuimos la
fiebre de un lúcido arrebato
recorriendo unos poros,
que no pudimos ser mejores,
solo la percepción del otro
y nos quedamos colgados en los flecos de la aurora.
Diles que el
amor no tiene tacto de acero
ni es un señor que viene a fecundarnos
ni se quita con jabón y agua
El amor es un diluvio de albas y ocasos
que deja huella
como la mordida de un Rottweiler.
Diles que el tiempo apremia en los silencios
desnuda en tu mirada.
que hoy llueven entre la mansedumbre
dos cuerpos dolientes
que tiemblan en el milagro de la flor.
Diles que ya no estás
siquiera en los moratones de mis senos
solo en la parte del espejo que no nos niega.
que fuiste un
extranjero
dando tumbos en
el hueco de mis manos
y te quedaste
en
el
quinto
espacio
de
mis
DEDOS.
poema
protegido EN EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL
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