HAZAÑA
No fue una lascivia la que bulló en mi
piel,
exudación o efluvio,
que vino a llenar el cuenco vacío de mi
cuerpo,
ni la desmesurada llama que vertió su lumbre
en la crecida nocturna del delirio.
Esa que nos hizo carne.
Fue un bocado al hambre
o un vuelo
sideral que emigró insaciable
hacia la cumbre del deseo.
Etéreo, peregrino, omnipresente,
desangrado en la batalla.
Amor verde azulado
de mar y de yagruma,
de un paisaje agreste
Isla partida en dos mitades.
(2010)
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